¿Eres de las personas que crees que las parejas felices no existen? Espero que no… ya que te puedo asegurar que sí existen y son completamente normales. Puedes pensar que, al principio, las relaciones suelen ser muy felices, pero que los años van desgastando a la pareja y acaban sintiendo «cariño» el uno por el otro, pero no se sienten felices.
Si no crees que una pareja pueda ser feliz, este post no es para ti, ya que me voy a enfocar en quienes sí lo creen y ven la felicidad en la pareja como una meta, algo que pueden lograr si trabajan los dos.
Y eso es justamente lo que hay detrás de una pareja feliz: querer serlo. La decisión de ser feliz es el primer paso, sin decisión no hay acción. Te lo explicaré con un ejemplo: imagina que tienes hambre, estás pensando en un rico helado, está en tu congelador. Si no te decides a ir a buscarlo ¿qué crees que pasará? ¡Que el helado no vendrá a ti!
Para mí, el secreto de una pareja feliz es tener un proyecto de vida común. Eso no quiere decir que tienes que vivir la vida de tu pareja y tener sus metas, no. Significa que cada uno tiene las suyas propias e incluyen al otro en ellas. Todos tenemos prioridades, pero ninguna debería ir en contra de tu pareja.
¿Qué iría en contra de tu pareja? Pues, por ejemplo, decidir de la noche a la mañana que te quieres ir a pasar un año a otro país. No digo que eso esté mal, digo que no has incluído a tu pareja, no te has preguntado en qué puede afectarle. Para estos casos, ver la dimensión del problema ayuda mucho pensar «¿qué pasaría si me lo hicieran a mí?».
Seguro que no te gustaría que tu pareja decidiera algo tan importante sin tenerte en cuenta, ¿verdad? A eso me refiero.
Algo muy importante para conseguir ser felices en nuestra pareja, es querernos a nosotras mismas. Es tan simple como: si tú no te quieres, ¿cómo vas a lograr querer a otra persona o dejar que te quieran? A menudo, personas que de pequeñas vivieron una infancia dura, incluso con algún trauma, pueden tener dificultades a la hora de «dejarse querer».
No entienden como alguien pueda quererles, oir como la otra persona la halaga, recibir regalos. Esto, si no se habla, da por resultado una pareja infeliz e insatisfecha, por eso es tan importante la comunicación.
Cuando hay diferencias, que las hay siempre y son sanas, se arreglan de manera especial, ya que no se quiere destruir la relación que se ha creado. No se trata de llegar a una meta, como a veces ocurre con algunas parejas, que se vinculan entre sí procurando buscando a un compañero de por vida, no alimentan su día a día con lo necesario y lo único que tienen es una relación frágil y vacía, que no les llena.
Una pareja feliz no pretende la perfección, pero sí pretende las buenas intenciones, el cuidado, el respeto y el amor, para poder llegar juntos a ese norte que les guía: su proyecto de vida.
